Hemos estado en Eriyadu por tercera vez. La primera, en 2013, el arrecife era una maravilla y la gestión un desastre. La segunda, en 2018, el arrecife estaba afectado por el Niño, pero la gestión era estupenda. Estaban la directora portuguesa Leonora y Jenny, la chica suiza que la ayudaba. El trato era magnífico, la restauración había mejorado muchísimo y nos sentimos muy a gusto. Por eso, decidimos repetir este 2019 con una estancia de 15 noches este septiembre de 2019.
Como de costumbre, explicaremos los aspectos buenos y los menos buenos y haremos un balance final.
Puntos buenos:
. El recibimiento y el transfer desde el aeropuerto hasta la isla.
. La vegetación de la isla. Cada vez está más bonita.
.El reef. Vimos corales tipo acrópora pequeños renaciendo del desastre del Niño de 2016.
. La cantidad y variedad de peces. Los tiburones nodriza residentes.
. El Diving Center. Son encantadores. Una mención para Ali que nos lleva a snorkelear a Makunudu y para Gazelle (belga) y Carole (francesa), aunque no buceamos, fue un placer conocerlas y hablar con ellas.
. El personal, no de la administración, sino camareros, cocineros…
. Las dos botellitas de agua que dejaban cada día en la habitación.
Y, me temo que ya está!
Puntos malos o muy malos:
. La administración. Estamos en la isla por tercera vez, es temporada baja y NO respetaron la zona de habitación solicitada desde la agencia y por mí misma. Tuvimos que enfadarnos al llegar para que lo hicieran: mal inicio de vacaciones.
. La comida: una bajada de nivel desde 2018. Desaparece el chico que cortaba fruta, unos pasteles que son una bomba de colesterol, poca variedad de fruta. La pasta incomestible. Comida repetitiva, pescado de poca calidad, nada que ver con 2018.
. La limpieza de la habitación podía ser mejor. Cuando llegamos el suelo estaba muy sucio. Nos descalzamos y los pies nos quedaron negros.
. El día que marchamos compramos un late check out por 40 $. No tuvieron el detalle de dejar toallas limpias ni de dejar dos botellitas de agua. Cuesta muy poco quedar bien con esos detalles.
. La erosión. No es culpa de nadie, pero habitaciones que conocemos ahora están con piedras o sacos delante de la puerta cuando antes había playa. Cómo cobran lo mismo por estas que por la nuestra (221) con una playa estupenda delante???? A las personas que envían a estas habitaciones pagando un precio alto les amargan las vacaciones desde el primer día.
Y, dejamos para el final el tema esencial!: los chinos. Los dueños de la isla. Un empleado nos confirmó que durante este año la gestión va a pasar a manos chinas. Qué horror! Ahora ya se comportaban como si fueran los amos: gritaban y cantaban en la playa a las 6 de la mañana, borrachos en el Beach Bar, se bañaban en la piscina por la noche, metían a unos pobres cangrejos ermitaños en botellas de plástico, caminaban por encima de los corales, escupían, fumaban y tiraban las colillas en el suelo, avasallaban a todo el mundo. En fin, un HORROR.
El balance es que es el final de Eriyadu tal como era antes. Los europeos no podemos convivir con gente que desprecia la naturaleza, que no tiene educación y que te agrede con sus gritos. Adelante con el cambio, pero para nosotros que le tenemos cariño a la isla, ha sido un shock.
Por cierto, elegimos estas fechas porque era el cumpleaños de mi marido durante la estancia. Y, después de estar tres veces en la isla y ponerlo en el voucher NO tuvieron ni un detalle con él. En cualquier resort lo tienen. Muy descontentos por ello.
Queríamos volver a Eriyadu en uno o dos años, pero creo que esta vez le hemos dicho adiós. ¡Pobre Eriyadu!
